Muertes más humillantes

sábado, 20 de diciembre de 2008

La muerte en sí misma siempre es un hecho humillante, pero cuando a esto le sumamos morir por motivos del todo grotescos, es algo que cualquiera querría evitar al final de sus días. Tenemos dos ejemplos de lo más desalentadores como son el caso del dramaturgo Esquilo y Catalina la Grande de Rusia. Esquilo murió como consecuencia de ser golpeado por una tortuga que se cayó de las garras de un águila que volaba sobre él, siempre según la versión de Hermipo de Esmirna. Catalina la Grande fue sorprendida por la muerte en 1796, sentada en su retrete mientras evacuaba con esfuerzo y dolor un cólico letal que padeció un 16 de Noviembre.

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