Cyrano de Bergerac

sábado, 21 de marzo de 2009

Hoy día Cyrano de Bergerac es un personaje conocido sobre todo como protagonista de la magistral obra en verso compuesta por Edmond Rostand en 1897, un clásico del teatro de todos los tiempos. Un personaje rebelde y orgulloso, de nariz descomunal, gran ingenio y mucha habilidad con la espada. Ha sido interpretado en numerosas ocasiones tanto en teatro como en cine, encarnado por actores famosos como Richard Mansfield, José Ferrer o Gérard Depardieu, este último en la magnífica película de Jean-Paul Rappeneau de 1990. Pero fue un personaje real que vivió entre 1619 y 1655, nacido en París, poeta y dramaturgo que satirizó en sus obras las costumbres de la época y se ganó ya en vida fama de héroe romántico y pendenciero bravucón. Parece cierto que tuvo una gran nariz, motivo de insultos y cachondeo general, lo que valió para participar en numerosos duelos de los que siempre salió invicto. Pero también debería ser recordado como la persona que concibió por primera vez la única manera que ha tenido el hombre de llegar al espacio. Propuso el uso de cohetes en dos obras sólo publicadas póstumamente, su Historia cómica de los estados e imperios de La Luna y su Historia cómica de los estados e imperios del Sol.

El aseo de la infanta Isabel Clara Eugenia

miércoles, 18 de marzo de 2009

Se ha extendido popularmente la creencia de que la reina Isabel La Católica prometió no cambiarse de camisa hasta que las tropas castellanas no consiguiesen la conquista definitiva del reino de Granada y por tanto el fin del poder musulmán. Esto ha provocado un sin fin de comentarios jocosos que cuestionan los hábitos de higiene y limpieza personal de la reina. No obstante, sin intentar defender las costumbres de aseo de la reina, debemos desmentir esta creencia afirmando que no fue Isabel La Católica quien hizo esta promesa de no quitarse la camisa, sino la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II. La historia es la siguiente: Isabel gobernaba en los Países Bajos por deseo expreso de su padre, y los tercios españoles habían sometido a la ciudad de Ostende a un durísimo asedio por haberse unido a la unión protestante de Utrecht. Ella prometió, y cumplió según afirman, no cambiarse la camisa hasta que las tropas no pusieran fin al asedio, que duró de 1601 a 1604, año en que se salvó con la rendición de los flamencos.

¡¡¡Qué suene la música!!!

miércoles, 18 de febrero de 2009

Es frecuente encontrar en la historia de la música casos de una precocidad realmente asombrosa. Esto no ocurre con otras disciplinas artísticas, salvando las siempre inevitables excepciones, por supuesto. Ni en literatura, ni en pintura, ni por supuesto en la ciencia encontramos algo similar. Hagamos un rápido repaso: Mendelssohn compuso su obertura Sueño de una noche de verano con sólo diecisiete años; Mozart escribió la mitad de sus piezas antes de cumplir los veintiuno, y a pesar de que tuvo una vida de treinta y cinco años llegó a escribir unas seiscientas obras; Meyerbeer era considerado un virtuoso del piano a los nueve; a esta misma edad dio su primer concierto Franz Liszt; Beethoven fue director de orquesta con dieciocho; antes de los dieciocho Shubert ya había escrito ciento cuarenta y seis canciones, tres óperas y dos sinfonías, además de mucha música de cámara; entre los diez y los trece años Haendel compuso más de cien obras religiosas; el padre de Isaac Albéniz preparó el primer concierto público de su hijo cuando éste sólo tenía cuatro años, dio su primer concierto privado con ocho y a los diecinueve ya era considerado un virtuoso del piano; y Weber, por citar un último caso, escribió su primera ópera a los trece años, y a los dieciocho era director de la Opera de Breslau. Pero hay cientos de curiosidades en el mundo de la música que nada tienen que ver con la precocidad, el talento o el esfuerzo de los compositores y sí mucho con el capricho, las manías u obsesiones de los hombres. Las que siguen son sólo algunas:

Giuseppe Verdi (1813-1901), el que tal vez sea el mejor compositor de óperas de todos los tiempos, con títulos en su haber como Nabucco, Macbeth, Rigoletto, Il trovatore, La Traviata, La forza del destino, Aida y Otello fue rechazado en 1832 por el conservatorio de Milán a causa de su juventud y de que "sus ejercicios no mostraban especiales aptitudes para la música". Otra curiosa anécdota relacionada con este genio total, absoluto y definitivo es que fue tanta su popularidad en Italia, que siendo rey de los italianos Víctor Manuel se le aclamaba con el grito de "Viva Verdi", al ser el nombre del compositor un acrónimo de la expresión "Vittorio Emmanuele Rè d'Italia".

Frederic Chopin (1810-1849) compuso su pieza conocida como Vals del gato tras inspirarse en las notas que produjo su gato al subirse al piano y corretear durante varios minutos sobre las teclas. Al parecer a Chopin le divirtió tanto el talento del animal que quiso reproducir aquellos sonidos en dicha composición.

Jean Baptiste de Lully (1632-1687) fue un astuto cortesano en la corte del rey Luis XIV, además de su compositor de cámara. Gracias a sus intrigas palaciegas gozó durante toda su vida del favor del rey, y sus composiciones se basan fundamentalmente en las obras de los dramaturgos de la época, especialmente en las de  Corneille, Racine y Moliere, con quien escribió los ballets cómicos de Matrimonio a la fuerza y El burgués gentilhombre. La muerte le cogió desprevenido al gangrenársele un dedo del pie que se había herido pocos días antes con su bastón mientras marcaba el compás de la interpretación de un Te Deum.

Enrique Granados (1867-1916) protagonizó también una muerte singular. Ocurrió un 24 de Marzo en aguas del Canal de la Mancha cuando regresaba a España tras el estreno en Estados Unidos de su ópera Goyescas. Viajaba en el vapor Sussex cuando éste fue torpedeado por un submarino alemán durante la Primera Guerra Mundial. Aunque el barco pudo llegar a puerto sin mayor incidencia, fue tal el miedo a morir del compositor español, que además sentía una terrible fobia al mar, que aquel ataque lo sumió en la histeria y se lanzó al agua. Lo siguió su mujer, que trató en vano de salvarlo pereciendo también ella. Fueron las dos únicas víctimas de aquel inesperado ataque.

Robert Schumann (1810-1856) trató de suicidarse en 1854 y poco después fue ingresado en una clínica para enfermos mentales en Enderich, donde moriría dos años más tarde un 29 de Julio. Desde la adolescencia sufrió trastornos mentales que se fueron complicando en su madurez hasta crear un cuadro clínico que incluía trastornos del sueño, insensibilidad, rigidez y repentinos temores. Toda su producción hasta 1840 fue escrita para piano, y era tanta su obsesión por lograr la perfección de los movimientos de la mano durante la interpretación, que solía atar su dedo corazón a una tablilla durante los ensayos para independizar el dinamismo del resto de los dedos. Esta caprichosa técnica terminó provocándole una lesión irreversible que acabó con su carrera de pianista.

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) escribió su Réquiem, quizá la más famosa de sus obras, por encargo del conde Walsegg zu Stuppach, quien desde hacía tiempo admiraba su talento. A principios de 1791 murió la mujer del conde, y sabiendo las penurias económicas y la terrible enfermedad que acuciaba al músico le encargó una misa de Réquiem. Esta obra, la más inquietante y misteriosa de Mozart, siempre ha estado envuelta con un halo de leyenda sin duda propiciada por el oscuro interés que escondía el encargo del conde Walsegg. Este rico hombre, aficionado a la música, tenía a su servicio a un criado llamado Leutgeb para las cuestiones musicales. Este, solía contactar con compositores afamados para encargarles, previo pago de una suculenta cantidad, alguna obra que después el conde de Stuppach se encargaba de copiar de su puño y letra, y que luego publicaba y mandaba ejecutar como si fuesen suyas. El contrato se llevaba a cabo en el más absoluto secreto, tal era así que Leutgeb aparecía embozado en una oscura capa para que nadie pudiera reconocerlo y relacionarlo con su amo. De tal manera que cuando llamó a la puerta del enfermo Mozart con tal encargo y tales pintas a éste se le pasó por la cabeza la imagen de la propia Muerte que le encargaba una misa por su propia y desdichada alma. Por supuesto aceptó el encargo y exigió el precio: cincuenta ducados. El visitante nocturno satisfizo la demanda e impuso las condiciones: un mes de plazo, la renuncia a la obra y la promesa de que nunca, bajo ningún pretexto, trataría de averiguar la identidad de su acreedor. Y Mozart no tuvo más remedio que aceptar, su situación era lamentable. Por aquel entonces, poco antes de su muerte, se encontraba cargado de deudas, enfermo de una dolencia renal crónica, agotado por el excesivo trabajo a que se sometía y sobre todo trastornado por los efectos de una gran depresión nerviosa. Necesitaba el dinero desesperadamente. Además quería enviar a su mujer Constanze a Baden para que cambiara de aires. Lo necesitaba. Mozart no terminó la obra en un mes y pidió al emisario un nuevo plazo de entrega que le fue concedido. Poco a poco fue escribiendo cada una de las partes de su obra: el "Réquiem Aeternam", el "Dies Irae", el "Kyrie", el "Domine Jesu", pero no llegó a completar su propósito de ver incluida en la obra toda su portentosa visión del Juicio Final. La completaría a su muerte su discípulo Franz Xavier Süssmayr.
Mozart murió el 5 de Diciembre de 1791, y tras su muerte las partituras del Réquiem fueron entregadas al conde Walsegg, que como solía hacer se las adueñó y dos años más tarde hizo que se ejecutaran con su nombre.
Lo que hoy es el famoso Réquiem de Mozart es probable que fuese el famoso Réquiem de Walsegg si Constanze Mozart no se hubiese convertido a la muerte de su esposo en una imprescindible difusora de la obra de éste. Por las mismas fechas en las que Walsegg estrenaba la obra en Wiener-Neustadt, Constanze la estrenaba en Viena incumpliendo el acuerdo de su marido con el conde.

Resultados de la encuesta "¿Qué artículo extendido de curiosidades os gustaría que publicásemos?"


Ha finalizado la encuesta que os proponíamos para realizar un artículo o entrada extendida sobre uno de los temas concretos que hemos estudiado. Finalmente la mayoría de los votos han sido obtenidos por el mundo de la música y sus curiosidades. En segundo y tercer lugar han acabado la Iglesia Católica y el cine respectivamente. No queriendo dejar en el tintero las preferencias de los que se han inclinado hacia uno u otro tema, hemos decidido que iremos publicando artículos extendidos de todos ellos según el orden obtenido en la clasificación de la votación. Esperamos que esta medida sea acogida con satisfacción por todos vosotros y podamos aprender juntos sobre muchos más temas.
Saludos.

Lord Byron

jueves, 22 de enero de 2009

La vida de Lord Byron parece que fue muy parecida a la del personaje protagonista de su poema Childe Harold, esto es, la de un joven atormentado y confuso que vaga por la vida soportando la carga angustiosa de viejos pecados. Podemos decir con total seguridad que Lord Byron llevó una vida escandalosa. Fue bisexual reconocido, pederasta consumado y hermano incestuoso. Escandalizó a su Inglaterra natal y puritana de su época por las relaciones que mantuvo con su hermana Auguste, de las que incluso nacería una niña llamada Medora.

Fiodor Dostoievski


Fiodor Dostoievski fue, probablemente, el escritor más angustiado de todos los tiempos. Durante toda su vida estuvo perseguido por la enfermedad, las deudas y los miedos. Fue un hombre verdaderamente atormentado. Nació en el mismo manicomio donde su padre trabajaba como médico. Dicen que tuvo desde su infancia extraños temores, oía voces, creía en fantasmas, hablaba con apariciones. Ya de adulto tenía fuertes recaídas por causa de la epilepsia, ataques que lo dejaban exhausto y postrado en la cama sin actividad durante días. Probablemente su brutal hipocondría estaba más que justificada. Conoció como pocos hombres la miseria del subsuelo, de la continua recaída, del golpe en el abismo. Pero sin duda el acontecimiento más impactante de su vida ocurrió en 1849. Se había unido a un grupo de intelectuales que se reunían para comentar las obras de los escritores socialistas franceses, que por aquel entonces estaban prohibidos por la política totalitaria del Zar Nicolás I. El grupo terminó siendo descubierto. Detenidos sus miembros, fueron encarcelados y condenados a muerte. Dostoievski llegó a estar delante de un pelotón de fusilamiento, atado a un palo con una soga y con la fosa delante de él mismo. La amnistía del Zar había llegado poco antes, y en ella se conmutaba la pena máxima por una condena a trabajos forzados en la fortaleza de Omsk, en Siberia. No obstante el capitán del pelotón, deseoso de atemorizar a los indultados, decidió continuar la escena de la ejecución hasta su penúltimo movimiento, llegando incluso a dar la orden de abrir fuego. Las consecuencias de esta macabra broma fueron devastadoras. Algunos de los compañeros de Dostoievski perdieron el juicio, y el propio escritor, aunque ganó en lucidez, vivió siempre bajo los efectos adversos de la experiencia que le marcó para el resto de su vida.

La vida amorosa de Marguerite Duras

martes, 20 de enero de 2009

Marguerite Duras vivió una vida amorosa muy curiosa, apta para ser narrada en capítulos. No obstante la historia más llamativa a mi juicio es la siguiente.
Estamos en plena guerra mundial, en un París ocupado por los nazis, en 1942, y Marguerite está casada con Robert Antelme. Acaba de perder a su primer hijo, una tragedia que la acompañará toda su vida. El matrimonio está muy unido a un amigo de Robert llamado Dionys Mascolo, y los tres deciden formar parte de la Resistencia Francesa contra las tropas alemanas. En 1944 un agente de la Gestapo apellidado Delval, detiene a Robert, que desaparece sin dejar rastro. Marguerite conoce a Delval y mantiene una relación amorosa con él, que se ve interrumpida cuando Dionys detiene a Delval en nombre de la Resistencia y lo fusila en 1945. Mientras tanto, Dionys ha conocido a la mujer de Delval, Paulette, de la que se enamora y con la que tendrá un hijo, de cuya existencia nunca sabrá nada Marguerite. ¿Que ha sucedido todo este tiempo con Robert?, pues que ha estado en el campo de concentración de Buchenwald, de donde sale con apenas 35 kilos y muy enfermo. Reinician su relación pero se divorcian en 1947, aunque mantienen una sincera amistad hasta la muerte de él. Para entonces Marguerite vive con Dionys, y ese mismo año nace su hijo Outa.

La calavera de Descartes

viernes, 16 de enero de 2009

René Descartes, inventor de la filosofía moderna, murió en 1650 de una neumonía en Estocolmo, pero hasta muchos años después no regresó su cadáver a Francia. Sucedió en 1666 por deseo expreso de sus amigos, que creían que sus restos debían reposar en París. Exhumaron el cadáver y en un descuido de éstos, un capitán de la guardia trocó el cráneo privilegiado del racionalista por el de un desconocido, vendiéndolo luego a un coleccionista. Como nadie supo lo sucedido, la verdadera calavera de Descartes decoró las vitrinas de más de un caprichoso durante casi dos siglos.

El "corazón" de Mary Shelley


La escritora Mary Shelley, autora de Frankenstein, quería tanto a su marido, el poeta romántico Percy Bysshe Shelley, que conservó su corazón hasta el día de su muerte. El poeta falleció ahogado el 8 de julio de 1822. Sucedió en medio de una tormenta cuando navegaba entre las ciudades italianas de Livorno y La Spezia. La mala suerte quiso que cayera por la borda al mar y su cuerpo apareció en una playa diez días más tarde. Tal y como hacían los antiguos griegos con sus muertos, Mary y los amigos de su difunto esposo prepararon una hoguera a orillas del mar y quemaron el cadáver. Eran románticos y atrevidos, asi que cuando Shelley estaba casi consumido por las llamas, a uno de sus amigos, el también poeta Edward Trelawny, se le ocurrió meter la mano en el cuerpo y sacar el corazón, que todos se disputaron pero que ganó finalmente Mary. A la muerte de esta, treinta años más tarde, se encontró la reseca víscera en un cajón junto con las hojas manuscritas de una obra de él.

La "obsesión" de Sarah Bernhardt

viernes, 9 de enero de 2009

Sarah Bernhardt (1844-1923), la más célebre actriz francesa de su época, continuó subiéndose a los escenarios incluso después de que le fuera amputada una pierna a los setenta años de edad. Se la describe como una mujer aguerrida y constante, de estilizada belleza y voz timbrada. Creó su leyenda ya en vida, ya que dicen que una de sus extravagancias era su obsesión por la muerte. De joven visitaba el depósito de cadáveres de París para contemplar los cuerpos de los ahogados en el río Sena. A su madre le pidió en una ocasión como regalo un ataúd de palo de rosa forrado por dentro de satén blanco, que llegó a ser conocido en su época como el ataúd de la divina Sarah, que la acompañaba en todos sus viajes y en el que dormía algunas veces. Finalmente fue enterrada en ese mismo ataúd.

Resultados de la encuesta "¿Quién crees que es el mejor general de la Historia?

lunes, 5 de enero de 2009

Ha finalizado la encuesta que os habíamos planteado sobre quién creéis vosotros que es el mejor general de la Historia. El ganador, y en mi humilde opinión con justicia, ha sido Julio César. En segundo lugar y muy de cerca le sigue Alejandro Magno y en el tercer puesto, no por ello menos insignes, han empatado Escipión el Africano y Aníbal. Desde aquí os doy las gracias por participar y hacer de éste blog un lugar dinámico para aprender un poco más cada día. Sin vosotros todo esto no tendría sentido.

Los orígenes del café


Se cree que hasta el siglo XIII a nadie se le había ocurrido cocer los granos de café para beberse la infusión resultante, hasta entonces solo se masticaban. Los primeros en hacerlo fueron los árabes, que habían sido también los primeros en cultivarlo. Las primeras plantaciones datan del año 675 y cerca del Mar Rojo. No obstante, no sería hasta los siglos XV y XVI cuando se empezó a cultivar en abundancia en la zona de Yemen. Hay una leyenda, la cual es admitida generalmente, que cuenta que los extensos cafetales de Hispanoamérica surgieron de un único esqueje vivo de cafeto que los franceses consiguieron plantar con éxito en La Martinica en el año 1714. A partir de ahí el abrumador consumo de esta estimulante infusión, que ha tenido insignes adictos como Voltaire o Balzac que bebían 50 y 30 tazas cada día respectivamente, o el caso del sultán otomano Selim I que mandó matar a dos médicos que le habían recomendado, por el bien de su salud, el abandono de su ingesta.

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