Fiodor Dostoievski
Fiodor Dostoievski fue, probablemente, el escritor más angustiado de todos los tiempos. Durante toda su vida estuvo perseguido por la enfermedad, las deudas y los miedos. Fue un hombre verdaderamente atormentado. Nació en el mismo manicomio donde su padre trabajaba como médico. Dicen que tuvo desde su infancia extraños temores, oía voces, creía en fantasmas, hablaba con apariciones. Ya de adulto tenía fuertes recaídas por causa de la epilepsia, ataques que lo dejaban exhausto y postrado en la cama sin actividad durante días. Probablemente su brutal hipocondría estaba más que justificada. Conoció como pocos hombres la miseria del subsuelo, de la continua recaída, del golpe en el abismo. Pero sin duda el acontecimiento más impactante de su vida ocurrió en 1849. Se había unido a un grupo de intelectuales que se reunían para comentar las obras de los escritores socialistas franceses, que por aquel entonces estaban prohibidos por la política totalitaria del Zar Nicolás I. El grupo terminó siendo descubierto. Detenidos sus miembros, fueron encarcelados y condenados a muerte. Dostoievski llegó a estar delante de un pelotón de fusilamiento, atado a un palo con una soga y con la fosa delante de él mismo. La amnistía del Zar había llegado poco antes, y en ella se conmutaba la pena máxima por una condena a trabajos forzados en la fortaleza de Omsk, en Siberia. No obstante el capitán del pelotón, deseoso de atemorizar a los indultados, decidió continuar la escena de la ejecución hasta su penúltimo movimiento, llegando incluso a dar la orden de abrir fuego. Las consecuencias de esta macabra broma fueron devastadoras. Algunos de los compañeros de Dostoievski perdieron el juicio, y el propio escritor, aunque ganó en lucidez, vivió siempre bajo los efectos adversos de la experiencia que le marcó para el resto de su vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario